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En Puerto Madryn se desarrollan desde el miércoles y hasta el sábado 17 de noviembre en el SUM del ISFD 803, las II Jornadas de Derechos Humanos “La Escuela mirando la Escuela” organizadas por el CAIE (Centro de Actualización e Innovación Educativa).
En este contexto, Claudia Dittmar, presentó en exclusiva su libro “Crónicas militantes” (aún no editado).
Claudia escribió el libro en el año 2002, cuando sus dos hijos transitaban la adolescencia. Decidió hacer un relato autobiográfico de la suya, cuando con apenas 13 años empezó a militar en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Su adolescencia fue dura, esa que te marca a fuego para toda la vida. Jamás se imaginó que toda esa ilusión de lucha por un mundo mejor y más justo iba a terminar tan mal.
Se juntaban para reclamar por un boleto estudiantil, para ir a las villas a ayudar a la gente más humilde, recorrían las fábricas para ver que se podía mejorar en las condiciones de trabajo.
A medida que se lee el libro una va viviendo en primera persona épocas históricas de la vida del país. Podemos entender y conocer como se gestaron estos movimientos políticos de la juventud. Sus vivencias con su amigo Javier Urondo, hijo de Paco, también están plasmadas en el relato.
Se puede sentir la desesperación y el terror cuando entraron a su casa y ella pensaba cómo hacer para hacer desaparecer las revistas “Evita Montonera” que le había dado su responsable de grupo para que guardara: “Al imaginarme a los milicos encontrando las revistas, supe lo que tenía que hacer; había tomado la decisión, no quedaba otra que hacerme matar antes que me hicieran “cantar” (…).
Podemos revivir a través de sus palabras, como fue estar en la Plaza de Mayo aquel Día del Trabajador de 1974, cuando la juventud copó la plaza con todas las ilusiones y la posterior decepción cuando el “General” los trató de pendejos, “estúpidos imberbes”, dijo. En ese momento, relata Claudia, tres cuartas partes de la multitud se retiró. Solamente quedaron los peronistas de “derecha”.
Las lágrimas hicieron que tuviera que interrumpir un par de veces su relato, en esos momentos, tomaba el micrófono Fela Tylbor, quien hizo las correcciones del libro y fue la encargada en las Jornadas de leer algunas partes.
A Claudia se le fue el miedo hace poco como para hacer público el libro. Muchas de las personas que son parte de su historia están desaparecidas, entre ellas su cuñado. Hasta el día de hoy ella no sabe cómo fue que se salvó.
Cuando empezó el debate por la posibilidad del voto a los 16 años y se escuchaba a la mayoría de los chicos decir que no estaban capacitados, la pregunta que le surgió a la autora fue ¿y qué están esperando para capacitarse?
“Me pregunto -dice Claudia Dittmar en el epílogo del libro- si alguna vez fui revolucionaria. (…) ¿Por dónde empiezan las revoluciones? Esa que alguna vez quisimos llevar a cabo, nos salió mal, muy mal, y terminamos pagando con las vidas de nuestros compañeros, con los primeros amores, con mutilaciones, desencuentros, nostalgias y rencores. (…) Militancia, una palabra tan nombrada, tan tocada, tan maltrechamente herida. Militancia con botitas de gamuza y campera verde pesada, aplomada sobre mis hombros, acorralando, reprimiendo un terror pavoroso a lo inesperadamente probable. Desaparecer y no por arte de magia, a sabiendas de lo que nos podía pasar. ¿Se puede vivir con tanto miedo dentro de uno? Militancia es vivir, luchar fiel a uno mismo en el arte danzante de la vida.” (…)
“Esta revisión autocrítica y recapitulación que hago acerca de mi vida, es una versión subjetiva de algunos de los acontecimientos que debimos sufrir muchos argentinos. Para algunos seguramente será otra sub–versión, pero yo ahora sé quien soy, consecuencia de lo que fui, con una dosis extra de suerte y un espíritu revolucionario.”
Ojalá pronto podamos tener este el libro al alcance de todos. Aunque será una versión abreviada, limitada a la militancia y no tanto a su vida personal. Es parte de nuestra historia, aunque a muchos no les guste. Parte de nuestra memoria.